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María Jesús Sánchez | Sororidad

Las mujeres son peores que los hombres: ellos son más nobles. Las mujeres, entre ellas, se llevan a matar, se critican y no se fían unas de otras... Y así, un largo etcétera de estupideces dichas por mujeres machistas y malas. Porque la que piensa mal es la que tiene el problema la que envidia y siente coraje ante la libertad ajena.


Las mujeres, en general, nos llevamos muy bien. Podemos discutir, sí, pero ahí estamos siempre para ayudarnos unas a otras. Nos ponemos en el lugar de la que sufre por un hijo, aunque no seamos madres; o de la que le acaban de extirpar una mama. De la que cuida de sus padres; de la que ha dado más de lo que ha recibido en una relación de pareja...

Sororidad es una palabra preciosa que nos une, con independencia de las diversidades personales. Tengo la suerte de formar parte de varios grupos de hermanas elegidas, que siempre están ahí, en la alegría y en la enfermedad. Me acompañan en mi día a día. Saben cuándo necesito una llamada, un abrazo y disfrutan de mis logros y yo de los de ellas.

Quiero olvidar a aquellas que se cruzaron en mi camino solo para recibir. Somos humanos. Hay hombres y mujeres buenas y malas. Yo me siento muy bien con mis amigos hombres: no distingo sexos en la amistad. Pero, a veces, es necesario hablar con esa amiga a la que le duele la regla como a ti o irse un fin de semana de mujeres con el sano propósito de reírnos por todo. Incluso, de nosotras mismas.

Se acerca el 50 cumpleaños de algunas y estamos inventando viajes. No tienen que ser largos, ni de lujo: solo tienen que ser un tiempo para nosotras, recordando las mil anécdotas que hemos vivido juntas. Un fin de semana en Tarifa puede ayudar a una semana de estrés; una tarde de tortitas caseras abriga más que un edredón nórdico.

Sonrisas cómplices, penas compartidas, risas infantiles, chistes tontos y el cuerpo se relaja y encuentra un oasis en la monotonía diaria. Todas mis amigas son diferentes, pero complementarias. Y lo importante siempre es respetar a la otra, no imponer.

Para mí, lo fundamental, lo que me emociona, es poder ser yo misma, sin tener que medir las palabras o sin creer que me están juzgando todo el tiempo. Las afinidades se dan, como el amor, con unas personas sí y con otras no. Pero me gusta sentirme acompañada en el camino por mi familia, por mi amor, por mis amigos y por ellas.

MARÍA JESÚS SÁNCHEZ