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Las relaciones entre hermanos

A lo largo de los artículos que he publicado acerca del desarrollo emocional de niños y adolescentes a través del dibujo de la familia he analizado la mayor parte de ellos fundamentalmente a partir de los sentimientos que se forman en las relaciones que establecen con los padres. Hay que considerar que los padres son el centro sobre el que giran la mayor parte de las interacciones familiares. Esto ha dado lugar a extensos estudios por parte de investigadores que entienden que desarrollo psicológico y afectivo, en gran medida, está condicionado por el trato que se da en el seno familiar.



A pesar de la relevancia que ellos poseen, es también de gran interés indagar en las relaciones que se producen entre los hermanos, puesto que, en caso de tenerse, son una parte importante del desarrollo personal.

Curiosamente, los estudios que se han llevado en nuestro país acerca de las relaciones entre los hermanos han sido bien escasos, por lo que las publicaciones son muy reducidas. Ciertamente es un paradoja, puesto que a medida que se estudian se comprueba la diversidad y complejidad que se da en las relaciones fraternas.

Puesto que tengo intención de publicar un par de artículos de cómo se ven los hermanos o hermanas en el seno de la familia, me ha parecido que sería interesante, previo al análisis de los dibujos, partir de algunas reflexiones que han llevado dos reconocidos psicólogos que han abordado esta temática.

Para ello me he apoyado en lo que se dice en Sisters and Brothers de la estadounidense Judy Dunn y en Psicología de las relaciones fraternas de Enrique Arranz, de las que extraigo y comento algunos párrafos que, para mayor claridad, presento numerados.

1. Las investigaciones recientes sobre las relaciones fraternas han puesto de manifiesto que estas son ambivalentes y bastante más complejas que el clásico binomio de afecto-rivalidad. Con el término "ambivalente" se describe la interacción en la cual conviven episodios de relaciones positivas de afecto y cariño con otros conflictivos y de evitación entre los hermanos.

2. Una de las características de las relaciones entre hermanos es su carácter de continuidad a lo largo del ciclo vital del ser humano. De este modo, una vez abandonado el hogar de los padres, los hermanos siguen compartiendo acontecimientos significativos de la vida. No obstante, y a pesar de esa continuidad, las relaciones sufren modificaciones cualitativas a lo largo del tiempo, tanto en su naturaleza como en la función que cumplen en la vida de las personas.

3. Dentro de las investigaciones se ha confirmado, tal como los propios interesados manifestaban, que el apoyo mutuo ente los hermanos es una de las características más relevantes de la relación entre ellos. Este sentimiento de apoyo permanece, con más o menos intensidad, a lo largo de los años de la vida.

4. La interacción entre hermanos es extremadamente sensible a la calidad de la que se da entre los padres. Una buena relación entre los padres es origen de sentimientos de seguridad, confianza y estrecha colaboración fraterna. Sin embargo, el supuesto de que el ambiente familiar es idéntico para todos los hermanos es erróneo, dado que, por un lado, cada uno de ellos tiene un carácter propio y, por otro, en el desarrollo personal inciden diversos factores.

5. Tal como apunta Judy Dunn, desde pequeños aparece una extraordinaria sensibilidad en los niños que se muestran muy afectados en el trato diferencial con respecto a sus hermanos. Esto apunta a que los padres deben ser muy cuidadosos en buscar siempre un trato equitativo y compensatorio hacia los hijos.

6. El punto anterior nos conduce a un tema de gran importancia en las relaciones fraternas: los celos. Sobre este tema, conviene apuntar que hay que asumirlos como un comportamiento absolutamente normal en las relaciones entre los hermanos; es más, los celos son una manifestación externa del proceso psicológico de construcción de la propia identidad.

7. Un tema que ha generado diversas investigaciones es la forma de intervención de los padres en los conflictos que pudieran darse entre los hermanos. De acuerdo con el sentido común, los resultados obtenidos apoyan la idea de la no conveniencia de una intervención excesiva y sistemática de los padres en los problemas entre sus hijos; de igual modo, determinadas actitudes de los padres pueden alimentar pugnas entre los hermanos.

8. Así mismo, debemos entender que las relaciones entre hermanos no son similares a las relaciones entre iguales. En el primer caso, nos encontramos con variables como son el orden de nacimiento, la diferencia de edad, el tamaño de la familia y el sexo.

9. Los iguales con los que los niños se relacionan son elegidos por el propio niño entre otros niños, o bien, el niño es elegido por otros entre varias opciones. Los hermanos, por el contrario, no se eligen mutuamente, pues su relación viene impuesta. Por otro lado, los iguales, es decir, las amistades o compañeros, se sitúan en un nivel de edad similar, al tiempo que las relaciones entre iguales son más susceptibles de ser interrumpidas por diversos motivos: cambio de residencia, de colegio, de trabajo, etc.

10. Una relación muy estudiada es la del hermano (o hermana) mayor con respecto a los que le siguen. En determinadas situaciones, el hermano mayor puede cumplir la “figura de apego”, estudiada por el psiquiatra John Bowlby, quien apuntaba que todo recién nacido necesita una relación con un cuidador principal para que su desarrollo emocional y social se lleve con normalidad.

11. De igual modo, la presencia del hermano mayor mitiga las reacciones del pequeño en situaciones de miedo y facilita el comportamiento exploratorio del pequeño que se aleja más y durante más tiempo de la madre.

12. En la niñez, las interacciones entre hermanos son intensas, puesto que están en un momento en el que dependen de los padres en casi todos los aspectos. A medida que crecen, esa relación entre hermanos disminuye. Esto suele suceder entre los 11 hasta los 17 años, dado que es el tiempo de un aumento progresivo de las interacciones con los iguales característica de la adolescencia.

13. En la madurez, la relación entre hermanos se hace más independiente. La proximidad o lejanía ya va a depender de otros factores como la incorporación de nuevos actores (cuñados/as) a los lazos que vienen dados por hechos biológicos.

14. Pasados los años, la necesidad de atender a los diversos problemas que plantean los padres mayores va a constituir la razón fundamental de la reactivación de las interacciones entre hermanos. En la edad adulta son frecuentes los comportamientos solidarios y de apoyo entre los hermanos; aunque en estas relaciones pueden aflorar antiguas situaciones de rivalidad entre ellos.

15. El ciclo de la vida apunta que en la vejez se suele producir una reactivación de las interacciones entre hermanos. Sobre ello quisiera apuntar, tal como los autores indicados sostienen, que esa reactivación de la relación con el hermano actúa como compensación de otras relaciones que se han perdido o que han disminuido en intensidad.

AURELIANO SÁINZ
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