Ir al contenido principal

Consuelo Vallejo y el cuadro ‘María Bellido y el agua’

Nunca tanta sed azul se había convertido en pintura, nunca una historia habría llegado a la universalidad de las peripecias humanas de no ser por el agua, lugar propicio, motivo ancestral para los asedios y las guerras.

® AD ENTERTAINMENTS ||| PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN

1808. Ante las alarmantes noticias del avance de las tropas francesas, Las Juntas de Granada y Sevilla, van a organizar un importante contingente de tropas, al mando de los generales Reding y Castaños. Castaños, Comandante en Jefe del Ejército de Andalucía, en Porcuna elaborará el Plan de ataque contra Dupont, el día 12 de Julio, conocido como el “Plan Porcuna”. El ejército se dividiría en dos partes, la 3ª División y la de Reserva, al mando de Castaños, fijarían a los franceses en Andújar y la 1ª y 2ª Divisiones, al mando del general Reding, cruzarían el Guadalquivir en Mengíbar, y tras ocupar Bailén, continuarían su avance ofensivo hacia Andújar, para atacar por las espaldas al enemigo.

Desde el lienzo se divisan las sospechas azules y grises del humo de una guerra de deserciones. Soldados que hasta ahora habían sido inmortales e invictos. El calor sofocante de aquel julio de 1808, en plena campiña giennense, arropada por la Sierra Morena, había convertido en un verdadero infierno el campo de batalla. Eran soldados equipados para una fría guerra europea, donde predominaba el color azul y el uso del chacó como sombrero, vistiendo la caballería múltiples colores muy vistosos.

Los españoles, siguiendo las ordenanzas de 1805 vestían color blanco para la infantería y azul para los regimientos suizos, la artillería y los ingenieros. El sombrero era el bicornio de color negro. La caballería seguía vistiendo uniformes de mayor fantasía y vivos colores. En definitiva una guerra marcial, ordenada, de honor, de estrategias, racional, antigua, de campos de batalla inmensos; donde las tropas y sus movimientos eran fácilmente, y a distancia, dirigidas por los generales.

'Maria Bellido y el agua': Premio Ejército 2008 en su XLVI edición. Desde el lienzo (40 x 50 cm aprox.) se precipita una calma absoluta, una pose: la duda de una mujer con sus aguaderas, una moza “culiancha” de Porcuna que se había casado con un vecino de Bailén, que ha acudido al campo de batalla, que ha osado llegar a la tierra desolada por el sol inclemente, que ve a los soldados franceses despojarse de las guerreras de terciopelo y correr despavoridos, sedientos, implorando la muerte de los proyectiles que los calme de una vez, aquellas balas de los fusiles españoles reglamentarios modelo 1801.

María ofrecedora, con su cántaro roto por una de esas balas sin dueño, entre el humo y la figura de su alma entrecortada, contrapuesta al cañón, uno de esos que se utilizó, de distintos calibres (de 4,8, 12, 16 y 24 libras), con alcances de hasta 1.700 m.; pero solo eficaces a unos 600 m. Con proyectiles de bolas macizas de hierro colado. Aquel estruendo que se escucha desde el mismo cuadro, en primer término. Hay una preocupación de la pintora por exponer, de un solo golpe, la relación icónica entre el cañón, la muerte, la devastación, el horror; frente a la figura salvadora de María Bellido que parece sostener y, aún más, detener con su cuerpo aquel artilugio demoníaco.

El agua solícita, el perfil de María Bellido, conseguido magistralmente gracias al juego de figura-fondo y de fondo-figura, con precisión y concisión de medios gráficos y policromía. Porque del fondo azul, de la acción del ácido sobre la tinta y pigmentos azules, surge la figura, que se recompone a su vez y se redibuja con trazos azules sobre el fondo mordido del soporte.

La técnica de Consuelo Vallejo (Porcuna, 1972) es un conjunto de procedimientos, utilizados en grabado, serigrafía, diseño, donde interviene el papel, la tela, las tintas planas, los distintos mordientes o ácidos a los que se somete la superficie que queda así continuamente anulada a sí misma, recompuesta y compuesta, aportando o quitando, difuminando, raspando, desvaneciendo, redibujando, ensayando y de inmediato sopesando cuál va a ser la estructura compositiva, el equilibrio adecuado.

De este contrapeso de elementos, continuamente revisados, Consuelo consigue, en la batalla larga de este cuadro, acabar con maestría suprema aquello que solo se hace de leves insinuaciones, que el ojo y solo nuestra inteligencia perceptiva devuelve a nuestra (in)consciencia, pero que es solo campo de la prestancia visual de la autora para con su técnica. Porque es la técnica, tan propia y personal, la que le da al cuadro la autenticidad de todas las visiones históricas que al final forman y formarán parte del ideario colectivo; y ésta lo es porque del azul y del blanco y de los ocres y naranjas y de los pálidos amarillos de Nápoles; matices todos ellos deudores de una única “fuente” de tinta azul (con la que se escriben también las palabras), donde el negro alcanza su máxima expresión y se convierte, por una vez, en color.

Consuelo consigue así, para su pueblo: Porcuna, la difícil explicación de una guerra más, sus consecuencias, la presencias de seres humanos extraordinarios que intervinieron en ellas - María Bellido-, una explicación visual de todos sus desastres venidos y venideros. En palabras de la autora:

“A través del ‘realismo mágico’ de la imagen vemos a María Bellido; serena, en el campo de batalla entre el humo gris y blanco, llevando el agua que mitiga el calor de julio de azul. Azul, la sed calmada, es azul”.

LUIS EMILIO VALLEJO
© 2020 Porcuna Digital · Quiénes somos · montilladigital@gmail.com

Designed by Open Themes & Nahuatl.mx.