Cuando hablamos de “la obra” y la anteponemos a “el autor”, antes primero reconocemos ese valor de aquella de persistir aun cuando no lo hace el artista. Pero la obra es lo que nos queda del creador y, claro está, nuestra memoria de los días con él, discutiendo sobre pintura, sobre la manera de mover los pinceles, empastar, dedicar pequeños momentos, mirar esa misma obra, ahora; descubrir sus verdades y sus pasiones.
El cuadro que presentamos fue realizado para el Museo de Porcuna, para la sección de Bellas Artes por José Carlos Morente. Corrían los años noventa del siglo pasado (finales) y José Carlos (Porcuna, 1932) me pidió unas tablas que yo había preparado para donar tres cuadros que previamente pintaría sobre ellas. Quedó para siempre, expuesta esta obra en la Sala Municipal de Exposiciones y Conferencias del Paseo de Jesús, como legado y pieza del Museo Municipal, junto a sus otras dos.
El motivo creo que es importante para todos, también para José Carlos. El cuadro se fue completando en sucesivas y rápidas sesiones, entre una y otra visitaba a la obra. Hablábamos de nubes de algodón tipo Monet, de sombras a lo Sisley, de Cezanne, sus naranjas y carmines, sus azules, sus angulaciones. También de lo vaporoso de un paisaje siempre cambiante mientras es pintado frente al natural, la incapacidad del pintor para retener el instante mismo.
José Carlos a partir de su jubilación hacia 1991 se vino a Porcuna y aquí nos dio lo mejor de sí, de su arte y de su capacidad para ser amigo y consejero. Licenciado en Veterinaria 1959. Pero su pasión por la pintura le hizo estudiar en la Escuela de Artes Aplicadas “Mateo Inurria” de Córdoba y luego ser miembro fundador de la Primera Escuela de Paisajistas de Priego de Córdoba, junto a Vicente Torres, Rafael Barrientos y luego Antonio Povedano.
Su labor en Porcuna como pintor en la década de los años 90 fue fundamental, además de la organización como aficionado de la asociación Ornitológica La Farola de la que fue cofundador. Su sensibilidad para el color y su capacidad para el paisaje hace de esta obra que presentamos una magnífica muestra hacia su obra y memoria.
El cuadro que presentamos fue realizado para el Museo de Porcuna, para la sección de Bellas Artes por José Carlos Morente. Corrían los años noventa del siglo pasado (finales) y José Carlos (Porcuna, 1932) me pidió unas tablas que yo había preparado para donar tres cuadros que previamente pintaría sobre ellas. Quedó para siempre, expuesta esta obra en la Sala Municipal de Exposiciones y Conferencias del Paseo de Jesús, como legado y pieza del Museo Municipal, junto a sus otras dos.
El motivo creo que es importante para todos, también para José Carlos. El cuadro se fue completando en sucesivas y rápidas sesiones, entre una y otra visitaba a la obra. Hablábamos de nubes de algodón tipo Monet, de sombras a lo Sisley, de Cezanne, sus naranjas y carmines, sus azules, sus angulaciones. También de lo vaporoso de un paisaje siempre cambiante mientras es pintado frente al natural, la incapacidad del pintor para retener el instante mismo.
José Carlos a partir de su jubilación hacia 1991 se vino a Porcuna y aquí nos dio lo mejor de sí, de su arte y de su capacidad para ser amigo y consejero. Licenciado en Veterinaria 1959. Pero su pasión por la pintura le hizo estudiar en la Escuela de Artes Aplicadas “Mateo Inurria” de Córdoba y luego ser miembro fundador de la Primera Escuela de Paisajistas de Priego de Córdoba, junto a Vicente Torres, Rafael Barrientos y luego Antonio Povedano.
Su labor en Porcuna como pintor en la década de los años 90 fue fundamental, además de la organización como aficionado de la asociación Ornitológica La Farola de la que fue cofundador. Su sensibilidad para el color y su capacidad para el paisaje hace de esta obra que presentamos una magnífica muestra hacia su obra y memoria.
LUIS EMILIO VALLEJO
