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Farolillos de papel

Crisis. Esa palabra que nos hemos acostumbrado a escuchar por desgracia constantemente en los últimos años, convirtiéndose en la perfecta pareja de baile de los diferentes contextos y situaciones cotidianas del día a día tanto a nivel político como social. La excusa perfecta, a veces con razón y otras de forma excesiva, utilizada por las administraciones públicas, que intentan paliar los excesos de años anteriores con severos recortes.

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Recortes, como no podía ser de otra manera, que salpican de forma directa a nuestras fiestas patronales y locales, que ven como el presupuesto para cubrirlas se recorta considerablemente. Ahora bien, de una manera u otra, la música y otras actividades diversas siguen amenizando las noches y los días del verano en nuestros municipios y ciudades.

La música que “ponía” a las vacas gordas

Todos y todas recordamos aquellos conciertos y programaciones que animaban nuestras fiestas a finales de los 90 y principios del siglo XX, donde el precio que se pagaba por las actuaciones no importaba o directamente se consideraba como algo normal, ese precio que a día de hoy estaría rozando el insulto a las cajas que manejan el dinero de la administración pública.

Es posible que muchos ayuntamientos se excedieran en las contrataciones, de la misma manera que se excedían en otros muchos aspectos. Años en los que había dinero y no se escatimaba en traer actuaciones y actividades varias de gran nivel, muchas veces por encima de las posibilidades económicas de los propios consistorios.

Con la crisis, las vacas a dieta

Ahora, la eficacia y la equidad mandan en los Ayuntamientos, que se muestran muchos más austeros a la hora de programar las fiestas locales. ¿Ha repercutido esto realmente en las programaciones? O dicho de otra manera, ¿notan los ciudadanos realmente los recortes? Está claro de que los recortes se notan, ya que nos tenían mal acostumbrados, se pasa de grandes conciertos a las actuaciones de las orquestas, de las corridas de toros a otras actividades que tienen que tirar de originalidad para ahorrar todo lo posible, etcétera.

Ahora bien, quizás estas programaciones sean las que realmente se adapten a los presupuestos, la lástima es que las administraciones hayan tenido que tocar fondo para que se den cuenta de esto.

¡Vamos a la feria!

Cosa bien distinta será la situación económica que padecen los ciudadanos, que realmente son los que disfrutan las programaciones y los que dan vida a los feriantes y a los establecimientos locales. Son días para gastar, pero para gastar hay que tener dinero a la vez que buenas expectativas económicas, ya que hay muchos que alimentan los colchones bajo la incertidumbre de no saber que va a pasar a medio y largo plazo.

Aunque hay que reconocer que esta incertidumbre no se ve alimentada por la crisis de la que tanto oímos hablar, aquí en esta zona en la que nos encontramos la gran preocupación es la recolecta de aceituna, una mala cosecha conlleva pocos jornales, tanto de recogida como previos, y todo esto provoca que la economía de consumo se resienta entrando en esa temible espiral que tanto marea. El pasado año fue así, por desgracia.

De ahí que las fiestas se puedan ver algo mermadas en este aspecto, los vecinos y vecinas mirarán sus bolsillos, y será fácil escuchar en las casetas esta sevillana que seguro que ya a más de uno le suena:

“Este año en la feria
Como está tol mundo tieso
No hay quien pida una ración
Ni de gambas ni de queso.
De jamón ya no te hablo
Que son palabras mayores
Mucha ración de croquetas
Aunque a mi me dan ardores.
...
El paseo de caballos
También ha notao la crisis
He visto a los caballistas
Abonándose al SEVICI.
Que aunque parezca increíble
Con zahones y sombrero
Se pasean por el Real
En las bicis con salero”.

Los farolillos del futuro

Dentro de unos años, esperemos que no sean muchos, cuando las administraciones se recuperen, las concejalías de festejos seguirán preparando ferias y fiestas, ahora bien, la pregunta es; ¿se colgarán farolillos de papel acorde a un presupuesto sensato y responsable? O por el contrario, ¿se tropezará de nuevo en la misma piedra y se adornarán las calles con farolillos de “diamantes”?
Yo tengo claro que tocará volver a levantarse.

FRANCISCO SUSÍN
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