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Pepe Cantillo | Fake news

Parto de unos titulares significativos. “No es lo que yo diga, sino lo que tú quieras entender: así se coloca un bulo en Internet. Los medios no se dedican a informar, sino a influir en la opinión pública. Solo hay que ver quiénes son los propietarios de los medios y sus vinculaciones con partidos políticos y grupos de presión”.



Si se quiere tener un criterio de la realidad hay que acudir a otras fuentes. Otra noticia más sobre el tema. “La (inquietante) tendencia a informarse solo a través de las redes sociales. Cada vez más gente elige informarse a través de las redes. Con el auge de las noticias falsas, estar al día a través de plataformas como Facebook puede ser un arma de doble filo”.

Nos movemos en un mundo –el entramado de la información, en general– que cada día nos confunde más con mentiras, bulos, chapuzas. No voy a descubrir América y sí dar algún toque sobre un territorio, el de la información veraz o falsa, bastante confuso.

Razones. No interesa que pensemos. De dichas noticias solo se leen, por lo general, los titulares y con ello ya hay información suficiente, piensa el lector y para ese cometido ya tenemos a los que cuelgan información confusa o falsa. La proliferación de noticias falsas nos mantiene en cierta actitud de alerta y “hoy la gente solo escucha opiniones que refuerzan lo que ya cree”. Solo quiero noticias que refuercen mi ideario.

Como antídoto se requiere una capacidad crítica ante dicha información. La lectura crítica es activa y requiere capacidad analítica y reflexiva para descubrir las ideas y la información que aparece en la red. Es el paso previo para conseguir un pensamiento crítico porque la única información que puede aceptarse o rechazarse es aquella que se ha leído y entendido en la mayor amplitud posible.

Si “la mentira y la verdad no pueden vivir en paz” algo debe tener la mentira para ser vituperada de tal manera. La mentira es “la expresión o manifestación contraria a lo que se sabe, se piensa o se siente”. A veces dicha falsedad podemos suavizarla diciendo que es una “mentira piadosa” para evitar a alguien un disgusto o una pena, pero por muy piadosa que sea, no deja de ser un fraude el cual siempre sale a la cara.

Euskal Irrati Telebista (EiTB), Radio Televisión Vasca, “ha puesto en marcha una campaña ('inFORMAZIOA') de información contra las noticias falsas, y ha desarrollado un decálogo o guía para detectarlas en Internet y redes sociales.

Aunque nos parezca mentira, expresión que utilizamos para remachar algo que hemos dicho, la mentira gusta y atrae más que la verdad. ¿Debilidad humana? La dicotomía verdad-mentira está muy presente en nuestro mundo.

Si acudimos al diccionario, el término "dicotomía" nos sorprenderá con dos definiciones. “División en dos partes” es la primera que ofrece. La segunda acepción que aparece me ha sorprendido. Define "dicotomía" como “la práctica condenada por la recta deontología, que consiste en el pago de una comisión por el médico consultante, operador o especialista, al médico de cabecera que le ha recomendado un cliente” (sic). No pretendo vituperar a los médicos. Tal definición es extensiva a otras profesiones. En síntesis, manifiesta que la recomendación de alguien puede tener una praxis poco ética.

La mentira es capaz de movilizar sociedades y cambiar gobiernos. Se ha convertido en el negocio más rentable en tiempos de “posverdad” palabra que se usa en español desde 2004. Vuelta al diccionario.

“Posverdad” (en inglés, post-truth) es definida como “distorsión deliberada de una realidad, que manipula creencias y emociones con el fin de influir en la opinión pública y en actitudes sociales”. Y añade el siguiente ejemplo “los demagogos son maestros de la posverdad”, que ya es significativo.

Para entender algo más recurro a demagogia: “práctica política consistente en ganarse con halagos el favor popular” la segunda definición apunta a “degeneración de la democracia”. Posiblemente la palabra "democracia", que encierra en sí libertad, igualdad, solidaridad, convivencia, paz, sea la palabra más prostituida de los últimos años.

En las redes sociales (antes correo electrónico) se mueve spam con publicidad, códigos maliciosos con virus, fraudes para modificar tendencias y opiniones, trapicheados por usuarios falsos. Tipo de prácticas nada éticas pero que entran en la legalidad aunque su actuación sea dudosa, por no decir mala.

¿Qué hacer? Desconfiar venga de quien venga si el perfil nos parece anormal. Nos tienen localizados y por eso nos machacan con “cookies” o identificadores en el navegador cuando entramos en dichas páginas. Así conocen hábitos de navegación, qué has buscado y hasta se recochinean recordando dónde vives y que dicha información la visitaste hace dos días.

La “vox populi” (no VOX) dice que en las redes sociales está todo el mundo; que dichas redes están para ayudarnos y por eso se buscan en ellas soluciones; que son la solución a muchos de los problemas que podamos tener. Estas y otras afirmaciones son falsas. Lo único claro es que encontramos en ellas verdades y mentiras sobre lo que dicen y lo que ofrecen.

Las noticias falsas (fake news), bulos, mentiras... crean alarma innecesaria y dan pie a una manipulación descarada. Dichas falsedades abundan en las redes sociales, pues éstas juegan un papel importante en el asunto. Crear alarma social era relativamente fácil, ahora lo es aún más. Antes si querías que algo verdadero o falso corriera de boca en boca bastaba con decir “te cuento un secreto, pero promete que no lo dirás a nadie”. Secreto contado, secreto publicado.

Son un tipo de noticias cuyo objetivo es confundir, desinformar para poder influir en las decisiones que podamos tomar en un determinado asunto y manipular mejor la opinión del personal. No tienen empacho en dañar (infravalorar o sobrevalorar) tanto a personas como a entidades públicas o privadas.

¿Cómo reconocer las “fake news”? Suelen ser anónimas, no citan fuentes, ni indican fecha pero piden que difundas el mensaje. Suelen intentar camuflarse en un medio de confianza que si no lo conoces hay que desconfiar. Suelen simular la web de medios de prestigio. El texto contiene faltas de ortografía y abuso de mayúsculas, así como falta de los signos ortográficos. Las “fake” remachan la exclusividad.

Dato en contra: una noticia importante debe aparecer en varios medios. Hay que actuar con sentido común y no compartir algo que sería demasiado bueno para ser real o que nunca lo firmaríamos, o lo que es aun peor ofenden y maltratan la dignidad de las personas. Claro que en esto último parece que nos da igual. Las fake news buscan crear confusión, influir sobre las decisiones personales y dañar o dar valor a la imagen de personas, sobre todo políticas y a entidades o instituciones.

Ejemplo de manipulación y falsedad. Uno de cada tres bulos que circulan por Internet es sobre salud. La razón de este alto porcentaje es, hasta cierto punto, lógica. ¿Quién de nosotros, ante una dolencia, no entra en Internet buscando información sobre la misma. Y así “Doctor Google nos mete al médico en casa” y está haciendo mucho daño.

Si utilizamos el anglicismo “fake news” parece que hemos inventado la pólvora que hace mucho tiempo está entre nosotros. Ya ocurre con los eufemismo que manejamos a menudo para sorprender dando a entender que estamos al día y muy bien informados.

Otra vía curiosa que puede degenerar en maligna. “¡Crea tu broma ahora! Crea tu noticia falsa y engaña a todos tus amigos. Puedes compartir la noticia en cualquier red social. ¿Qué esperas para empezar?”.  No está mal… hasta nos incitan a colaborar. Sigo desgranando la información.

Insertan un aviso legal que dice: “Este es un sitio de entretenimiento, las noticias son creadas por los usuarios. Son noticias humorísticas, de fantasía, ficticias, que no deben ser tomadas en serio o servir como fuente de información. A la derecha aparecen unos “Tips (recuadros) para tu broma”. Ser creativo. No bullying. Elije un título atractivo o una imagen (libre de uso). Prohibido chistes racistas, homófobos o pornográficos”. No está mal pero…, “del dicho al hecho hay un gran trecho”, apunta mi desconfianza.

PEPE CANTILLO