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Triunfaron las ruedas negras

En un presente en el que destaca la armonía en la que conviven un tal Finn y Mordecai, resulta impensable que los niños puedan enfrentarse entre sí para ver qué personaje de ficción ofrece mayor calidad. La última gran contienda infantil de grandes magnitudes a la que se enfrentaron los pequeños de la casa data de la década de los noventa. Y aunque parezca increíble, no hablamos de los piques entre los seguidores de Mario Bros. y los de Sonic the hedgehog. Hacemos alusión a la moda de los monstruos.

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Alrededor del año 1996, nacía una de las sagas con mayor renombre de Game Boy, Pokémon. Lo que no sabe tanta gente, es que a raíz del éxito de estas criaturas de bolsillo, la compañía de juguetes Bandai sacaría una peculiar versión de su famoso Tamagotchi (el V-Pet), usando para ello monstruos digitales: los Digimon.

Se estaría mintiendo si se afirmara que en algún momento las bestias digitales superaron en fama a las de las pokéball. No obstante, en un tiempo en el que ambos rivalizaban cara a cara por el cariño de sus consumidores, surgieron diversos videojuegos que trasladaron este universo a un mando.

En primer lugar llegaría Digimon World, una aventura en la que nuestro protagonista debía salvar la Isla File –localización presente en la primera temporada televisiva- haciendo que sus nativos volvieran a la ciudad. Con un sistema de cuidado de las fieras muy semejante al V-Pet, este largo juego encandiló a todo aquel que lo jugara en su sistema PlayStation. A pesar de que su sistema de batalla dejara que desear.

Hasta cuatro entregas principales de la saga “World” dio a luz la franquicia, aunque con bastantes altibajos. La olvidable segunda parte jamás apareció por Europa, la tercera lo hizo por la puerta grande con un rpg de calidad y muchas horas de juego.

La última bien podría haberse ahorrado el esfuerzo de la localización. No sólo rompía el espíritu de la serie dotando a los digimon de armas, sino que era sorprendentemente insípido, en concreto si se observaba el magnífico Digimon World 2003 y teniendo en cuenta que salió para PS2.

Varios títulos de relativa calidad se han concebido cuando esta propiedad intelectual ha dejado de estar de moda en nuestras fronteras. Un ejemplo es la reconversión Digimon World Re: Digitize Decode para 3DS o el futuro Digimon Story: Cyber Sleuth, que la propia Bandai Namco ha anunciado que lanzaría en Europa si se observara un gran afán por conseguirlo en estas tierras.

Esta arritmia entre títulos buenos que no llegan y malos que aterrizan con poca gracia continúa con juegos de otras vertientes. Los monstruos digitales lo mejor que saben hacer es luchar, ¿cómo no hacer entonces un juego de lucha? De hecho, se hicieron cuatro en dos líneas diferentes.

En primer lugar tenemos a Rumble Arena (PSX), donde se recogían los protagonistas de las tres primeras temporadas del anime como Agumon o Terriermon y varios invitados de las películas como el poderoso Omnimon. Aunque llegó con una banda sonora sin los temas japoneses originales, este disco destilaba el espíritu de la obra de Akiyoshi Hongo por todas partes. Enfrentamientos épicos con escenarios que parecían sacados de la televisión y aparición de los niños elegidos, que hacían evolucionar a sus compañeros en plena lucha.

Luego llegó Rumble Arena 2 para PS2, GameCube y Xbox y se rompió la magia. Música genérica sin gusto, luchadores con aspecto de plastilina, hasta el elenco de personajes era desequilibrado. Tres versiones oscuras de combatientes, todos los digimon del primer anime y sólo el capitán de 02, Tamers y Frontier no podían hacer jamás las delicias de un juego exclusivo para fanáticos de estos bichos. Muy fanáticos.

En Game Boy Advance comprobamos asombrados a un escaso Digimon Racing mezclado con Digimon Battle Spirit y el aún peor Battle Spirit 2. Una segunda vertiente que no hacía sino manchar el renombre del otrora rival de Pokémon.

Eso sí, aunque sus bandazos hayan dado más pena que gloria, es de justicia atribuirle mayor valentía a Bandai Namco por los intentes realizados con Digimon que a Game Freak con su obra, donde casi siempre hay que conseguir las ocho medallas de gimnasio.

El último producto de esta saga ha sido anunciado hace unos escasos días bajo el nombre de Digimon All-Star Rumble. Llevando el término “rumble” en su denominación, cabe esperar que sea un juego de lucha de nuevo. De hecho, así es. Pero lucha por ver quién le pone peor puntuación. Es cierto que apenas se ha mostrado un tráiler y que es pronto para desterrar una obra a medias. Pero las informaciones brindadas por la firma no son para nada esperanzadoras.

Por lo pronto, no se han enseñado personajes de la tanda de Guilmon o Agunimon y la cuantía de estos asciende a una docena, que con sus digievoluciones serán unos 32. Una suma ridícula para cualquier juego de lucha, para un universo tan repleto de criaturas e incluso en comparación con el primer Rumble, en el que participaban 28 contrincantes, teniendo ya más de diez años en su haber. Sus gráficos por otra parte no destacan en absoluto el potencial de PS3 o Xbox 360.

En Japón sigue teniendo cierto sector relevante de seguidores, pero en el resto del mundo cada vez resulta más difícil ser amante de estos seres digitales. Llegan pocos videojuegos y los que lo hacen son los de cuestionable calidad e incluso el anime está llegando tarde, con un equipo de doblaje que dista bastante del esmero volcado antaño y con la versión de América. Olvidaos de cantar el tema de Xros Wars en nuestra lengua.

Estarán innovando mucho, pero la línea de aptitud de Digimon no es suficiente como para seguir atento. Quizás Cyber Sleuth de PS Vita oxigene la franquicia, pero si All-Star Rumble la hunde antes, todavía más… A ver quién levanta la cabeza. Es una auténtica pena, pero niños elegidos, vuestro poder es insuficiente contra las ruedas negras. Devimon os ha fulminado.

SALVADOR BELIZÓN